Tu existes, porque yo existo

Siempre estuvimos lejos, nunca nos vimos, jamás cruzamos alguna palabras, de echo nunca supimos de la existencia del otro, pero aun así sabíamos que el otro existía sabíamos que en este gran universo había una persona que era idéntico a nosotros.
Al mirar las estrellas veíamos la imagen del otro, al contemplar la luna sentimos que otra persona nos veía y que esa persona era tan importante, tan especial, que era el único ser del universo que te comprendería al cual podrías amar.
Pronto soñaron uno del otro bailando entre las flores y las mariposas, caminando en campos de estrellas hablándose y complementándose en miradas y besos en palabras y sueños.
Hasta que un día casualmente de la vida, en una esquina cualquiera, en una ciudad que no era ni tuya ni mía que era totalmente desconocida, nos vimos por primera, nuestras miradas se cruzaron y una sonrisa en el rostro de ambos apareció y supimos que nos habíamos encontrado, en medio de aquella calles nuestras manos se enlazaron para nunca separarse.
                                                                         Podemos pasar años sin saber que hay alguien que es parte de nuestra alma y nosotros parte de el, pero cuando nos damos cuenta de que existe empezamos a soñar despierta con el y algún día por fin una mirada nos encuentra y una sonrisa se nos dibuja.